“Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha”
Jer 7, 1-11; Sal 85; Mt 13, 24-30.
El Evangelio de hoy reanuda el capítulo de las parábolas y nos presenta a Jesús narrando la parábola del trigo y la cizaña. Los sirvientes avisan al dueño del campo que está creciendo cizaña junto al trigo y le preguntan si quiere que la arranquen, pero él les dice que los deje que crezcan juntos, que los separarán el día de la cosecha.
Los que lo escuchaban no necesitaban de grandes explicaciones para identificar a los sembradores de la cizaña, los enemigos del Reino de Dios, con los fariseos y los líderes del Templo que se oponían a que Jesús sanara a un enfermo en sábado. Es posible que aquella gente sencilla descubriera también la cizaña que llevaban dentro de sí mismos, pues la acción de Jesús sanaba a la persona entera, los cuerpos y los corazones.
El trigo y la cizaña eran la mejor expresión de que la propuesta de la nueva sociedad que quería Jesús debía realizarse bajo la convicción de que la realidad tangible del mal será compañera inseparable de la historia de la salvación. Sabemos que el mal siempre tratará de ganarnos, pero Dios está presente y dispuesto a darnos su ayuda para vencer el mal a fuerza del bien.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
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