Desde un punto de vista vicenciano: La mejor parte

por | Jul 22, 2022 | Formación, Patrick J. Griffin, Reflexiones | 1 comentario

Una de las instrucciones de Vicente a las Hijas de la Caridad se refería a la decisión de qué hacer cuando la obligación de la oración y la obligación del servicio chocaban. Podemos encontrar sus orientaciones de varias formas, por ejemplo:

Hay algunas ocasiones en las que no es posible guardar el orden de la distribución del día; por ejemplo, llamarán a la puerta mientras hacéis oración, para que una hermana vaya a ver a un pobre enfermo que la necesita con urgencia; ¿qué hay que hacer? Será conveniente que vaya cuanto antes y que deje la oración, o mejor dicho que la continúe, ya que es Dios el que se lo manda. Porque, mirad, la caridad está por encima de todas las reglas y es preciso que todas lo tengáis en cuenta. La caridad es una gran dama; hay que hacer todo lo que ordena. Por tanto, en ese caso, dejar a Dios por Dios. Dios os llama a hacer oración v al mismo tiempo os llama a atender a aquel pobre enfermo. Eso es llama dejar a Dios por Dios (SVP ES IX-2, 1125).

Esa expresión «dejar a Dios por Dios» encuentra aplicación en muchos tipos de circunstancias. Vicente le da otras formulaciones:

El dejar a Dios por Dios no es dejar a Dios, esto es, dejar una obra de Dios para hacer otra, o de más obligación o de mayor mérito (SVP ES IX-1, p. 297).

Para mí, esta instrucción encuentra una interesante aplicación cuando considero la historia de las hermanas Marta y María que hospedan a Jesús en su casa. Marta asume la responsabilidad de la hospitalidad al preparar la comida. María asume otro aspecto de esa hospitalidad prestando atención a su invitado, Jesús. La historia parece sugerir que Marta eligió mal y debería haber ocupado su lugar a los pies de Jesús junto a su hermana. Pero, no creo que ese sea el asunto. Si Marta también hubiera hecho eso, no habría habido una comida común y la bendición de la fraternidad alrededor de la mesa.

No, creo que la cuestión es que Marta intenta dar prioridad a la parte física de la acogida de Jesús sin prestar suficiente atención a la parte interpersonal. María ha asumido esa tarea. Marta está insatisfecha y expresa su preocupación a Jesús. Jesús pone las cosas en su sitio. Las dos hermanas tienen un papel en la acogida de Jesús en su casa. No se puede ignorar la preparación de la mesa, ni la atención personal al invitado. La mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en que no podemos ignorar a los invitados a nuestra casa, y por eso María ha escogido, en efecto, la mejor parte, con la debida consideración del papel que desempeña Marta.

Volviendo a las instrucciones de Vicente sobre «dejar a Dios por Dios», creo que tiene esta aplicación más amplia. A veces el servicio de los pobres nos aleja de la comunidad y de la oración. Y a veces nuestra necesidad de orar con la comunidad nos alejará de nuestro servicio directo. Ambas cosas forman parte de nuestra vida y tienen importancia. Debemos elegir con cuidado y sabiduría cuando consideramos la convocatoria que una puede tener sobre la otra en un momento dado. La «mejor parte» impulsa nuestras decisiones.

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1 comentario

  1. Prof. Jesús

    La vida apostólica implica salir, estar en la jugada como se dice, pero para vivir este momento la oración es el alimento y la brújula de nuestra acción de caridad. Gracias P. Patrick por su reflexión.

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