“Cualquiera que haga la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”
Mi 7,14-15. 18-20; Sal 86; Mt 12, 46-50.
Jesús invita a sus parientes a hacerse familia suya no por los vínculos de la sangre, sino por llevar a la práctica el Evangelio, como buenos oyentes y servidores de la Palabra. La Virgen María también tiene que hacer un discernimiento profundo y radical para seguir a Jesús; su primacía en el grupo de seguidores no se la asegura su parentesco con Jesús, tiene que ganarse el título de seguidora a base de fe y de renuncia y de superar el legalismo para ponerse al servicio del Reino y, en ese sentido, participar de la fraternidad universal que inauguran Jesús y su Evangelio.
Recordemos que Lucas, desde el principio de su evangelio, presenta a María como el modelo de oyente de la Palabra, que escucha, medita y guarda en su corazón esa Palabra, por lo tanto, ella es la primera discípula y seguidora fiel de Jesús y su Buena Noticia
Madre María, enséñanos a seguir a Jesús hasta donde Él nos quiera conducir.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
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