“Generación malvada, pide una señal y no se le dará”
Miq 6, 1-4. 6-8; Sal 51; Mt 12, 38-42.
Otra vez aparecen los doctores de la Ley y los fariseos, esta vez le piden a Jesús una señal milagrosa para creer en él y Jesús se niega a dársela, pues ha hecho muchos milagros estando ellos presentes, y no han creído. Ha sido la gente sencilla la que ha descubierto la obra de Dios en esas señales, pero ellos, los instruidos, no. Así como Jesús se negó a hacer lo que el tentador le pedía en el desierto, también ahora se niega a darles gusto a éstos, a quienes llama “generación malvada y adúltera”. Los milagros sólo son entendidos en fe y es la fe de la gente sencilla que los acoge y confía en Dios, no éstos, que se creen que aún Dios tiene algo que aprender de ellos. Por eso Jesús los remite al signo de Jonás, que puede significar tanto la muerte y resurrección de Jesús, como la predicación a los paganos y su conversión.
Los sabios y engreídos no tenían ojos para ver en este hombre humilde y ajusticiado la presencia del Reino de Dios. Sólo los pobres y humildes lo ven. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Señor, abre los ojos de nuestro corazón y haznos capaces de ver y acoger tu Reino.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
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