“María escogió la mejor parte y nadie se la quitará“
Gn 18, 1-10; Sal 16; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42.
Yendo de camino, Jesús entró en un pueblo y Marta y María lo reciben en su casa. María se sentó a sus pies a escuchar su palabra. Marta, ocupada en los quehaceres de la casa, le pide al Señor que le diga a su hermana que le ayude y él le contestó: “Marta, te preocupas por muchas cosas, cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte”.
Marta era atenta, se preocupaba por acoger bien al Señor, hacía lo que se acostumbraba, pero nos dice Jesús que María escogió “la mejor parte”. Esta es una buena ocasión para discernir qué es lo más importante: lo que está establecido por la Ley, las prácticas culturales o la acogida a la novedad del Reino. Marta cumple con lo que mandan las reglas de la acogida y la hospitalidad. María cumple también, pero de distinta manera, con una actitud que sale del corazón, escucha con atención y graba en su corazón la Palabra de Jesús y esa es la mejor parte que nadie le podrá quitar.
¿Cómo acogemos nosotros a Jesús, a su Palabra?
¿Le ponemos atención dando todo nuestro tiempo, abriendo nuestro corazón, nuestra persona, para que cale en nuestro ser su Palabra? ¿O con una cortesía fría y distante que, aún sin ser mal educados, no le ponemos suficiente atención?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
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