“El que lo trató con misericordia. Ve y haz tú lo mismo“
Dt 30, 10-14; Sal 70; Col 1, 15-20; Lc 10, 25-37.
En el Evangelio de hoy nos encontramos con la conocida parábola del Buen Samaritano. El doctor de la Ley, que trata de poner a prueba a Jesús, se quiere justificar preguntándole: “¿Quién es mi prójimo?”. Para un judío era considerado prójimo sólo otro judío igual que él. En esta parábola Jesús muestra quién es el prójimo para Dios. Y coloca como modelo de prójimo a un samaritano, que es odiado por los judíos y cuya sola presencia pone en riesgo su pureza legal.
El Samaritano actuó en contra de la Ley, pues se acerca, toca al caído al ponerle aceite y vino en las heridas, pero su acción supera con mucho a la Ley, porque ha actuado con amor, con compasión, generosidad y sobre todo con misericordia.
El mismo doctor de la ley lo reconoce cuando Jesús le pregunta: ¿quién te parece que se portó como prójimo del herido?, y contestó: “el que lo trató con misericordia”. Jesús nos viene a decir cómo para Dios es más importante aquello de “misericordia quiero y no sacrificio” pues para él la misericordia y el amor al prójimo es primero que todo.
Señor enséñanos a amar con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
0 comentarios