“Vayan más bien a las ovejas descarriadas de Israel”
Os 10, 1-3. 7-8. 12; Sal 33; Mt 10, 1-7.
¿Quiénes eran estas ovejas descarriadas? Jesús hablaba de los pobres, aquellos a quienes los fariseos y maestros de la ley consideraban ignorantes. Y a los apóstoles les da poder para sanar enfermos, expusar demonios y, de camino, proclamar que el Reino de Dios está cerca.
Jesús estaba empeñado en que la gente se diera cuenta que el Reino de Dios estaba ya con ellos y por eso enviaba a sus apóstoles a hacer todos esos signos que él mismo hacía.
Desde un principio Jesús deja ver clara su opción por los pobres, por esos marginados tenidos en nada. Para él son los grandes y los preferidos en el Reino de los Cielos, porque Jesús, en su primer anuncio a la gente, dijo: “Bienaventurados los pobres porque de ellos es el Reino de los cielos”, y a través de su vida lo va haciendo efectivo y la primera Iglesia (los Apóstoles) es enviada precisamente a ellos.
A nosotros, Iglesia actual, nos toca continuar esa misión: ser signos visibles de humildad y bondad, que les muestren que el Reino de los cielos es para ellos.
Señor enséñanos a ser verdaderos proclamadores de tu Reino compartiendo lo que somos y tenemos con los pobres.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silvia Bermea Ordóñez HC.
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