‘‘No todo el que me diga: ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre’’
2 Re 24, 8-17; Sal 78; Mt 7, 21-29.
El camino de fe hacia Dios se construye con hechos de vida; no son las palabras las que nos van a salvar. Jesús no nos salvó con su doctrina, sino dando su vida en la cruz. En todo caso sus palabras estuvieron siempre avaladas por sus obras, por su entrega, por su servicio a los demás.
Hoy algo está fallando en la educación de las nuevas generaciones, que no son capaces de elección y de x aceptar compromisos que los lleven a la acción. Las nuevas generaciones no quieren compromisos de por vida. Los contratos entre los hombres y entre las instituciones no se hacen ya a largo plazo, algo pudiera fallar y entonces es mejor un contrato corto.
Entre algunas parejas escuchamos: “Vamos a conocernos, a tratarnos y si todo sale bien, nos casamos”. Y pasa la vida, llegan los hijos y la pareja sigue preguntándose si serán felices juntos.
Lo mismo pasa con la vocación. En mi experiencia dentro de la animación vocacional me he encontrado __ con numerosos jóvenes que, con 30 o 40 años, aún piden tiempo para discernir su vocación.
La Virgen, a sus escasos 15 años, fue capaz de decir: Hágase en mi según tu Palabra.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín C.M.
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