“Ustedes son la sal de la tierra…, la luz del mundo«
1 Re 17, 1-16; Sal 4; Mt 5, 13-16.
Chiara Luce, una joven italiana que llevó una vida normal, disfrutó de los pasatiempos propios de su tiempo de adolescente, como escuchar música pop, bailar y cantar. Era también una ávida jugadora de tenis y de caminata. Sin embargo, su vida comenzó a cambiar a muy temprana edad. Perteneció al Movimiento de los Focolares y fue ahí que vivió la experiencia fuerte del amor de Dios y de Jesús.
Fue durante un partido de tenis cuando, de modo inesperado, sintió un dolor punzante en el hombro. Los médicos, que al principio diagnosticaron un callo óseo, acabaron por afirmar que se trataba de una forma de cáncer de huesos de los más graves y dolorosos, y desde aquel momento comenzó su calvario hasta su muerte. La última súplica que dirigía era: “Ven Señor Jesús”. A sus 18 años, muere el domingo 7 de octubre de 1990, fiesta de la Santísima Virgen.
Antes de morir dirigió las últimas palabras a su madre: “¡Sé feliz porque yo lo soy!”. Y ella decía: Ya no puedo correr más, y quisiera pasarles la antorcha como en las olimpiadas… Porque tenemos una vida sola, y vale la pena gastarla bien. ¡Aprendamos la lección!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín C.M.
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