“Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti”
Hech 22, 30; 23, 6-11; Sal 15; Jn 17, 20-26.
Continuamos meditando la oración que Jesús eleva al Padre por todos nosotros. No solo ruego por ellos, sino también por los que han de creer en mi por medio de sus palabras. No solo por los apóstoles, sino por todos los que, a lo largo de los siglos, hemos venido creyendo en Jesús como nuestro único Salvador y guía de nuestra vida.
Les di a conocer tu nombre y se los daré a conocer. Sí, sabemos que Jesús es la revelación del Padre, porque todo lo que hizo y dijo nos habla de quién es Dios para con nosotros. Conocemos quién es el Padre por todo lo que Jesús nos reveló. Y Jesús, a través del Espíritu Santo que nos dejó, nos sigue haciendo conocer con más profundidad el misterio de Dios Padre y su amor para con nosotros.
…Para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo en ellos. Pide a su Padre que nos ame como lo ama a Él, y para que así nos veamos envueltos en el amor de la Santísima Trinidad. Que nos sintamos amados para que también nosotros, con ese amor puro, incondicional y total, nos amemos unos a otros y así toda nuestra vida sea expresión del amor que dimana de Dios..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Benjamín Romo Martín C.M.
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