“Por tu bondad, Señor, socórreme”
Is 50, 4-9; Sal 68; Mt 26, 14-25.
La cuaresma inició invitándonos a prepararnos con ayuno, limosna y oración, signos de una fe activa, despierta. A medida que nos acercamos al Triduo Pascual la palabra de Dios, en voz del profeta Isaías, pone delante de nosotros la imagen del Siervo de Yahvé para que lo miremos y lo escuchemos. El pasaje de hoy es como una declaración de fe del Siervo que proclama dónde está su fortaleza.
¿Quién de nosotros no ha experimentado alguna vez que alguien, un ser en quien confía, le falla? Por otra parte, ¿Quién de nosotros no le ha fallado a alguien querido, alguna vez?
La mesa es lugar de encuentro en el que se comparten los alimentos que nutren el cuerpo y también se participa a los demás de lo que nos anima y lo que nos preocupa. En ese clima llama la atención que los discípulos, entristecidos ante el anuncio que hace Jesús de la inminente traición, le preguntan directamente, uno a uno, si se trata de ellos. Un examen de conciencia y revisión comunitaria, porque no estaban seguros si habían hecho algo que afectara a Jesús; en cambio, Judas, que sí lo sabía, mintió, simuló su condición de traidor. Pidamos la gracia de conocer lo que desagrada a Jesús y traiciona al Reino.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alicia Margarita Cortés C. HC
0 comentarios