“Con amor eterno nos ama el Señor”

Ez 37, 21-28; Jer 31; Jn 11, 45-56.

Al ver lo que Jesús había hecho… ¿Qué había hecho? Ni más ni menos que ordenar a Lázaro salir de la tumba. Ese milagro puede verse como una prueba más de que Dios toma la iniciativa cuando se trata de nuestro bien (el Papa Francisco lo llama “primerear”), porque necesitamos recordar constantemente que Dios siempre da el primer paso.

Resulta conmovedor escuchar la profecía de esperanza ofrecida por Ezequiel: los recogeré, los reuniré, los repatriaré, los haré un solo pueblo, nos hará su pueblo.

La alianza que Dios propone es alianza de vida. Ordinariamente quien gana una batalla establece términos y condiciones ventajosos. Dios procede de manera opuesta pues promete consolidar la unidad, acrecentar a su pueblo y quedarse junto a él para siempre. ¿Qué hacer frente a tanto milagro continuo?

Cuando llegó su turno de responder, los sacerdotes y fariseos, por miedo al poder romano, por temor a perder el santuario –con las ganancias que recibían– y provocar la destrucción de su nación, prefirieron entregar a Jesús a la muerte antes que creer en él y acoger su mensaje. Ciertamente que fueron ellos quienes no entendieron nada.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alicia Margarita Cortés C. HC