“Sálvame, Señor, en el peligro.”
Jer 20, 10-13; Sal 17; Jn 10, 31-42.
¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Con la celebración del Viernes de Dolores iniciamos el novenario de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, misterio de nuestra salvación. Tal vez debido a que la sociedad actual tiene aversión al dolor no puede comercializar la gran fiesta que viene, porque en ella participamos con Señor de su pasión y muerte.
Desde su cariño y experiencia el pueblo fiel se acerca a la Virgen María para acompañarla porque empatiza con su dolor al ver sufrir y morir a un hijo.
Para aquellos que padecen por la desaparición o muerte de un hijo o una hija pedimos se descubran sostenidos por aquella que, por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento.
Amar hace vulnerable, así veamos a Dios que ama desde la eternidad y en fidelidad a ese amor se encarna, padece el rechazo de los suyos y entrega su vida en rescate de muchos.
Pidamos a la Virgen María: Haz que mi corazón arda en el amor de mi Dios y en cumplir su voluntad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alicia Margarita Cortés C. HC
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