Desde el punto de vista ciudadano, se nos hace imposible —primero como católicos y después como vicentinos— mirar o hacer la mirada a otro lado por los acontecimientos mundiales que ocurren, como las grandes injusticias contra los pueblos del mundo.
La mal llamada guerra de Ucrania, cuando en realidad es «la invasión de Rusia contra Ucrania», es realmente espantosa, sobre todo después de la masacre contra civiles descubierta en Bucha.
La Sociedad de San Vicente de Paúl Internacional (SSVP), ha manifestado que no ha podido hacer contacto con las Conferencias de Ucrania porque la mayoría de nuestros miembros han sido desplazados. Sin embargo, otras ramas de la Familia Vicentina permanecen en el país con suficiente fuerza como para resistir y ayudar. De Paul International es uno de ellos.
En nuestra América, países como Perú, Chile y Costa Rica han celebrado elecciones presidenciales en los dos últimos años, resultando cambios profundos en sus políticas de gobierno debido a las grandes injusticias sociales, pueblos cansados de ser engañados con promesas que nunca se cumplieron. En estos pueblos encontramos la Familia Vicentina tratando de aliviar la pobreza a medidas de sus posibilidades, en un mundo azotado por la pandemia del Covid-19.
En Nicaragua, la Familia Vicentina afronta grandes retos debido a que el gobierno, a través del Ministerio de Gobernación, le pone obstáculos, uno tras otro, para no recibir sus informes y tener pretexto para cancelar la personalidad jurídica a la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) y a la Asociación Internacional de Caridades (AIC).
En México, los cárteles de la droga y las mismas autoridades maltratan y secuestran a nuestros migrantes, que necesariamente tienen que atravesar esa nación, la que se jacta de una democracia, pero no es capaz de garantizar seguridad a sus ciudadanos, menos a los extranjeros.
Ante todos los problemas a nivel mundial, parece imposible pensar en una solución mágica. Los problemas los hemos visto a nivel interno en nuestras Confraternidades Vicentinas, al inicio de ellas estaban conformadas por personas ansiosas por trabajar a favor de los pobres, pero al día de hoy algunas Confraternidades han experimentado un retiro de algunas de ellas, creo que en todos los casos se debe a que son personas que no salieron del núcleo vicentino, fueron personas que fueron invitadas y de alguna forma es posible que tal vez pensaron en sacar un beneficio como en muchos casos cuando he invitado a un amigo a integrarse a una Conferencia me han preguntado “qué gano yo en eso”.
Seguir la cruz no es fácil, sobre todo cuando nos acompañan las terribles y dolorosas enfermedades; dicen los místicos que, Jesús cuando vio la cruz, la abrazó y besó.
En un mundo lleno de conflictos debemos perseverar para buscar el alivio de otros y no el de nosotros, por lo menos no en este mundo transitorio. Debemos recordar el evangelio de Jesús: todo el bien que le hagamos al prójimo, a Él se le hace.
Alejandro Calero Dávila,
miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl y de la Confraternidad de escritores y periodistas.
0 comentarios