En ocasiones, cuando leo las Escrituras, una palabra llama mi atención como no lo había hecho antes. En una Eucaristía de la semana pasada, el Salmo 103 tuvo ese efecto. El verso responsorial profesaba «El Señor es bondadoso y misericordioso». Ahora, la misericordia del Señor ha recibido alguna consideración por nuestra parte durante el Año Jubilar de la Misericordia en 2016 y con el regalo del texto del papa Francisco «El nombre de Dios es misericordia.» Pero, la palabra que realmente llamó mi atencvión en la frase fue «bondadoso».
El salmo nos recuerda:
El Señor te corona de amor y de ternura
y
Yahveh es tardo a la cólera y lleno de amor.
y
Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen.
La lectura anterior de Santiago citaba incluso el versículo del Salmo.
Hablar del Señor como «bondadoso» añade una cierta gentileza y ordinariez a mi apreciación del carácter de nuestro Dios. Me gusta la idea de la gente amable y mi necesidad de ser una persona amable. Esta virtud participa de la llamada a la «santidad», aunque no con menos importancia.
Muchos de nosotros probablemente hemos oído hablar de la muerte del Dr. Paul Farmer en las últimas dos semanas. Era médico y cofundador de «Partners in Health». Educador y defensor de la atención sanitaria de los pobres, provocó el desarrollo de clínicas y hospitales en las regiones más pobres del mundo. Murió en Ruanda justo después de presentar una ponencia virtual sobre «Quién vive, quién muere: reimaginando la salud global y la justicia social». Un maravilloso libro que detalla su ministerio en Haití da una idea de su corazón y sus creencias («Mountains Beyond Mountains»).
Uno de sus colegas le recuerda de esta manera:
«La energía que te da el mero hecho de estar en su presencia es casi de otro mundo. Ni siquiera es de otro mundo en el sentido de ‘acabo de encontrarme con la grandeza’. Es más bien: ‘Acabo de encontrarme con la bondad'».
Esa palabra, bondad, ya estaba circulando en mi cabeza y saltó de la página hacia mí. Farmer era uno de esos hombres que Viecent y Luisa habrían identificado como un aliado en el cuidado de los pobres y, en particular, de su salud física. Muchas personas marginadas llorarán su muerte.
Sí, nuestro Dios es bondadoso. Afortunadamente, esa palabra también describe a muchos de nuestros hermanos y hermanas. Nuestra esperanza y nuestra oración pueden ser que nos incluya a cada uno de nosotros cada vez más.
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