Una vez más (Lucas 5,1-11)

por | Feb 12, 2022 | Formación, Reflexiones, Thomas McKenna | 0 comentarios

Ha pasado mucho tiempo desde mis días en el equipo de natación de la universidad, pero hay un comentario de entonces que se me ha quedado grabado. Al final de una larga sesión de entrenamiento, miré al entrenador que estaba en el borde de la piscina y le pregunté: «¿Y ahora qué?». Su respuesta: «¡Una vuelta más!».

Ese recuerdo me viene al leer la historia del evangelio de Lucas sobre Jesús y Pedro al lado de la barca del lago. Pedro está agotado de pescar toda la larga noche y no pescar más que agua. Puedo imaginar su consternación cuando Jesús le reta a salir una vez más. Seguramente negando con la cabeza, Pedro da, sin embargo, su «¡vale, una más!».  Y después de eso, la pesca desbordante, que llena la barca.

La exasperación de Pedro plantea el tema de las luchas de hoy día respecto a la fe. Mientras tratamos de vivirla, experimentamos el desánimo, tanto personal como comunitario. Sin embargo, siguiendo el ejemplo de Pedro, volvemos a salir. ¿Cómo puede manifestarse su dilema en nuestros tiempos?

Un lugar es el desánimo en la oración: no sólo «no he conseguido lo que pedía», sino más bien no tener la sensación de que hay alguien cerca, alguien que escucha.

Una segunda carga para muchos en estos días es la ausencia de fieles. Se trata de la grave caída de la asistencia a la Iglesia, que parece estar empeorando, especialmente entre los más jóvenes. Ya sea por el escándalo de los abusos del clero o por la desafección hacia las instituciones, especialmente las religiosas, hay mucho menos refuerzo para ir a la Iglesia por parte de vecinos, amigos e incluso familiares. Practicar la fe conlleva mucho menos prestigio social que antes.

Un tercer factor es no sólo el desinterés, sino incluso la burla de lo religioso por parte de quienes lo tachan de anticuado y supersticioso.

Aquí volvemos al apóstol abatido sentado en la barca. Aunque está convencido de que los peces no acuden, hace caso a la petición de Jesús de salir y echar las redes una vez más. Da una vuelta más.

Nos habla hoy su ejemplo y el de los creyentes descorazonados a lo largo de los siglos. Viviendo en una época en la que Dios parece estar cada vez menos en la mente de la sociedad, volvemos a escuchar la llamada de Jesús a remar mar adentro. Es la petición del Señor de que lancemos nuestras redes, que las dejemos caer en esos lugares más profundos, tanto dentro de nosotros mismos como en el mundo que nos rodea, donde suena la voz de Dios, donde nuestra fe encuentra su lugar de anclaje. Y no escuchamos a Vicente haciéndose eco de esto cuando aconseja a uno de sus sacerdotes: «Dios nos permite dar lugar a la práctica de dos hermosas virtudes: La perseverancia, que nos lleva a alcanzar la meta, y la constancia, que nos ayuda a superar las dificultades» (Carta a Guillaume Comaire)

Jesús es quien trae la pesca milagrosa, pero es la decisión de Pedro, a contracorriente, de hacer ese último intento, la que permite que se produzca el milagro. Ante el desánimo tanto de la experiencia de la oración como de las presiones culturales, los creyentes, por nuestra propia perseverancia y asistencia constante, podemos persistir en esa misma decisión. Esta es la resolución de salir una vez más («una vuelta más») en la confianza de que el Señor de la cosecha abundante seguirá y continuará bendiciéndonos con su presencia y fuerza infalible.

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