1 Re 2, 1-4. 10-12; 1 Crón 29; Mc 6, 7-13.
Rechazado por su misma gente, Jesús comienza a anunciar la Buena Nueva en los poblados de Galilea. Pero no lo hace sólo, se vale de sus discípulos, a quienes envía de dos en dos. Dos significados tiene esta actitud de Jesús: –El anuncio misionero se destina a toda la tierra y –Jesús implica a todos los suyos en su misión. Hoy sabemos que Jesús sigue enviando a misionar a cada uno de los bautizados, pero no en un trabajo individual sino comunitario: de dos en dos, en mutua ayuda. La misión es de Dios, quien envió a Jesús, su Hijo. Por eso, las condiciones son las mismas: que no lleven más que el espíritu misionero de Jesucristo, ni bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón. Totalmente ligeros de equipaje.
Eso sí, sun enviados a reproducir los signos del reino de Dios realizados por Jesús: reconciliar a las personas con Dios, aliviar los sufrimientos, cuidar la vida de los pobres, expulsar demonios, hacer discípulos a quienes acepten su testimonio. Ante los signos de la presencia de
Dios, la misma gente ofrece su casa y el alimento necesario para los misioneros. Acogerlos es acoger a Cristo, toda hospitalidad es siempre aceptar a Dios mismo. De ahí la marcada diferencia de otro signo: “sacudirse el polvo de los pies” en protesta por el rechazo a Dios, a Jesucristo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Aarón Gutiérrez Nava C.M.
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