“¿Aún no tienen fe?”
2 Sam 12, 1-7.10-17; Sal 50; Mc 4, 35-41.
Este pasaje evangélico suscita algunas cuestiones. Por ejemplo, ¿se produjo realmente, en aquel pequeño lago, la tormenta que aquí se relata?, ¿verdaderamente el mar y el viento obedecieron a Jesús?,¿alude este relato a los peligros que acechan a la “barca de Pedro”, es decir, a la Iglesia? Hay que decir que el relato de la tempestad calmada es un mensaje para la vida, expuesto en forma de recuerdo sobre cómo vivía Jesús.
En el relato queda claro que quien tiene fe no se deja dominar fácilmente por el miedo, incluso en situaciones límites, como pasó a los discípulos. Jesús asocia la falta de fe con el miedo. Es decir, para Jesús el enemigo de la fe no es el error doctrinal o la desobediencia religiosa, sino el miedo.
Esto tiene una implicación práctica indiscutible: ante una situación complicada y/o dolorosa, al creyente se le invita a poner en medio a Dios Padre, preocupado por todo lo que preocupa a cada ser humano. La fe deshace los miedos o, al menos, los aminora. Los discípulos sentían en Jesús la cercanía de Dios, la manifestación de Dios y la revelación de Dios. He aquí el gran secreto para vencer el miedo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.
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