“No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón”
2 Sam 7, 18-19. 24-29; Sal 131; Mc 4, 21-25.
Jesús no quiere que sus discípulos hablen y vivan de forma que tengan cosas que ocultar.
Porque cuando se ocultan cosas, suele ser por uno de estos dos motivos: porque son cosas perversas o porque son cosas que interesa ocultar. En cualquiera de los casos, el parecer no coincide con el ser. Y esto se llama hipocresía o “doble vida”.
Esta tendencia a proteger la propia imagen es tanto más fuerte cuanto la persona se sitúa más arriba en la escala social o religiosa. De ahí que, en la alta sociedad y en los ambientes religiosos, es muy fácil encontrar mucha falsedad y mucha mentira. Hay mucho que ocultar. Por el contrario, resulta normal fingir humildad, generosidad, interés por el otro…
En el relato de la pasión, cuando llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote y éste le preguntó por su doctrina, Jesús respondió: “siempre he enseñado en público y no he dicho nada a escondidas”. Aquello le costó a Jesús la primera bofetada de la pasión. Vivir en plena transparencia, cuesta llevarse muchas bofetadas en la vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.
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