Zonas donde vivir las congregaciones vicencianas

por | Ene 22, 2022 | Benito Martínez, Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

Como san Pablo, la Congregación de la Misión se pregunta: ¿A dónde ir a anunciar el evangelio a los pobres? Y el Papa Francisco responde: a las periferias, siendo fieles al carisma y creativos para acomodarse a los tiempos y lugares. Los pobres, ciertamente, aún están en los escasos pueblos que existen aislados, pero la sociedad se ha hecho ciudadana. Ejemplo es España con la llamada España Vacía o Vaciada. Hace años fueron habituales las oleadas de gente de los pueblos a las ciudades, y hoy también son continuas las avalanchas de sudamericanos, africanos, afro-descendientes y asiáticos a Estados Unidos a través de México y a Europa a través de los Balcanes, Italia y España. El muro que han levantado entre México y USA parece una muralla y el mar Mediterráneo se ha convertido en un cementerio de africanos. Y los que alcanzan la costa solo encuentran refugio en las zonas pobres de las ciudades. Y no por ser inmigrantes, porque los nativos pobres habitan también los lugares menos deseados. Aunque los transportes modernos han suprimido las distancias, todavía se plantea el dilema de habitar donde viven los pobres o ir a socorrerlos y evangelizarlos viviendo en otros lugares. San Vicente de Paúl, indicaba que las Hijas de la Caridad vivieran mezcladas con los pobres, pero a los misioneros les obligaba a vivir en las ciudades y no en los pueblos que podían contagiar el modo de vivir los curas, sin estudios y algunos con mujer e hijos. El Papa Francisco en el discurso a los cardenales en el pre-cónclave del 9 de marzo de 2013 anima a la Iglesia a no quedar encerrada, a ir a las “periferias geográficas”, sobre todo, a “las del dolor, las injusticias, la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria”. Porque hay periferias donde los ricos han clavado sus chalets y las han convertido en zonas privilegiadas.

El habitat de los misioneros vicentinos o paúles, tanto por el lugar donde viven como por el edificio que habitan, en la actualidad debe suscitar interrogantes sobre el sentido de la vida, de la pobreza, de la felicidad en la tierra y en la eternidad. Interrogantes que armen el “lío” de la preocupación. Y ¿qué hacer con los edificios llamativos y las posesiones que hemos adquirido por donaciones y fundaciones? Tan solo manifestar transparencia económica en el empleo de esos bienes, porque hoy día dar testimonio es difícil, tal como vivimos y sin que la gente sepa en qué empleamos nuestros bienes. Dar testimonio de vida pobre no significa que vivamos como los pobres, porque pertenecemos a otra cultura y caminamos por aceras distintas, pero necesitamos acercarnos a ellos, porque ellos nos harán brillar “como estrellas en la vida eterna”, nos decía san Vicente [XI, 268]. La gente humilde anda justa para llegar a fin de mes y no puede salirse del presupuesto. Tampoco nosotros, si confeccionamos un presupuesto sobrio en comida, vestido y vivienda. Porque somos ricos en la medida en que nos guardamos para nosotros más de lo que necesitamos (PP, n. 23), y son muchas las cosas no necesarias que poseemos y nos resistimos a compartir con el pueblo que a veces son parejas sin matrimonio o parejas mono sexuales y mono parentales, que consideran la familia tradicional como algo obsoleto y a los hijos pequeños o a los padres mayores como una carga que impide participar en diversiones nocturnas.

La historia cuenta que siempre ha habido zonas de ricos y zonas de pobres[1]. Sería un disparate negar la fuerza de los negocios y del dinero para elegir los mejores lugares como residencia. Pero la historia también dice que las zonas cambian de categoría debido a fenómenos naturales o artificiales. Son muy variadas las causas que influyen en los cambios de categoría, sin excluir trampas y engaños, como llevar a vivir a zonas de ricos a personas indeseadas por su vida o su cultura para que se vayan la gente de bien y cuando se hayan ido, comprarlo a bajo precio, retirar a todos los indeseados y volverlo a vender a precio alto. Al cambiar de categoría los lugares, los pobres están en éxodo continuo, con las implicaciones dolorosas que ocasiona vivir de un modo itinerante. Y con los pobres también los misioneros Paúles están en un éxodo continuo. Y es doloroso porque los cambios geográficos implican cambios de estructuras y de vida. Necesitamos acudir con presteza y encarnarnos en la cultura de los pobres, pero siendo fieles a nuestro carisma. La vida comunitaria puede ser un alivio a esta vida itinerante, porque la comunidad es el lugar de acogida para los misioneros que vuelven fatigados, sostén económico para servir a los pobres y una plataforma de lanzamiento hacia el mundo de los pobres de cada momento, guiada por el Espíritu de Jesús.

Benito Martínez., C.M.

Nota:

[1] Ejemplo es España con las zonas llamadas España Vacía o Vaciada sin confundirla con el partido político España Vaciada (Plataforma). El término España vaciada o vacía hace referencia a las zonas de España que sufrieron emigraciones masivas durante el denominado éxodo rural de los años 1950 y 1960, que a comienzos del siglo XXI abarcan el 90 % del territorio español.

 

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