«Él debe crecer y yo disminuir»
1 Jn 5, 14-21; Sal 149; Jn 3, 22-30.
¡Cuántas desgracias en el mundo, cuántas terribles historias de amargura y de conflictos causados por los celos y la envidia! Nos parece una afrenta personal que otros sobresalgan; nos entristece que otros sean felices y logren sus sueños. ¡Cuántos ojos sucios que miran las cosas de forma retorcida y cuántos corazones envenenados que se llenan de amargura y rabia con el bien ajeno!
Y los mandatos no escritos de la sociedad nos siguen empujando a competir en todos los ámbitos, a mirar la vida como una lucha a muerte contra todos, a sobresalir, a demostrar que somos mejores.
¡Qué gran lección nos da el Bautista! Los chismosos de siempre quieren enfrentarlo con Jesús: Todos se están yendo con él, le dicen, nos está ganando a la audiencia, haz algo, no te dejes vencer, muéstrale quién manda…
¡Y en lugar de entristecerse, Juan se alegra! Tenía muy clara su misión y limpio el corazón. Era un hombre maduro, lleno de bondad y de generosidad.
Alégrate por el bien de los demás. Pídele al Señor que te dé unos ojos limpios y un corazón generoso, como el de Juan Bautista. No creas a los chismosos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.
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