“Vieron al niño y, postrándose, lo adoraron”
Is 60, 1-6; Sal 71; Ef 3, 2-6; Mt 2, 1-12.
La fiesta de los Reyes Magos se dedica a los niños, que reciben regalos de sus padres en recuerdo de los regalos que los Magos de Oriente llevaron al Niño Dios. Litúrgicamente, a esta fiesta se la llama la “Epifanía del Señor”. La Iglesia nos recuerda que Jesús vino a este mundo con una misión universal. Epifanía significa “manifestación” y, en este caso, manifestación universal de Jesús el Salvador.
Podemos considerar el evangelio de hoy como una verdadera parábola de vida con algunas enseñanzas importantes que aún siguen siendo válidas: la primera es que, cuando el poder político absoluto se siente amenazado, puede llegar a ser cruel; intentará involucrar en favor de sus intereses al poder religioso, manipulando sin escrúpulos a todos aquellos que puedan ser útiles. En segundo lugar, el poder político absoluto se puede ensañar con los débiles, como Herodes se ensañó sin piedad con María, José y el Niño. La tercera enseñanza puede ser ésta: el hecho de ser bautizado y cumplir con los preceptos de la Iglesia desde siempre, no es garantía absoluta de que se conozca a Jesús y se viva profundamente la fe cristiana. En el relato, los más lejanos son, en realidad, los más cercanos a Jesús; y los más cercanos, los más lejanos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Francisco Javier Álvarez Munguía C.M.
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