“Toda la tierra ha visto al salvador”
Is 52, 7-10; Sal 97; Heb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
“¡Feliz Navidad!” Así le decimos a la gente que saludamos y nos encontramos en este día. Pero la alegría de la Navidad no está en un abrazo, en un regalo, en una buena comida. Lo novedoso de este día tiene que ver con una Persona: se trata de Jesús nacido en Belén que nos llena de alegría con su presencia; es el Emanuel, el Dios-con-nosotros, que nos ha nacido de lo alto.
La Palabra eterna y viva de Dios que hizo el mundo se encarna en la naturaleza humana que, a partir de entonces, ya no es la misma de antes, pues quedó transformada para siempre. El Hijo de Dios se ha hecho también Hijo del hombre y vive entre los hombres y mujeres que, gracias a la fe en Él, pueden llegar a ser hijos de Dios, alcanzando así la vida eterna.
¡El Verbo era la luz verdadera…! Navidad es luz, y por eso sería bueno darnos una oportunidad en este día para preguntarnos si nuestra vida es luz para los demás, si estamos dejándonos iluminar por esa luz, si de verdad queremos dejarnos guiar por la Luz nacida en Belén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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