“Alabemos al Señor, nuestro Dios”
Jer 23, 5-8; Sal 71; Mt 1, 18-24.
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel”. Admirable es la disponibilidad de este joven israelita. Sin discursos ni posturas heroicas, ni preguntas, obedece los planes de Dios, por sorprendentes que sean.
Por amor se lanza inclusive hasta lo desconcertante: la paternidad especial de Jesús, no tomando el lugar preferente, sino dejando el protagonismo a Dios, pues el Mesías no viene de su sangre, sino por obra del Espíritu Santo.
Hoy que estamos ya muy cerca de la Navidad preguntémonos sinceramente: ¿acojo en mi vida los planes de Dios? La historia de la salvación sigue. También este año, Dios quiere hacer partícipe a su Iglesia y al mundo entero de su plan salvífico, pero solo será posible si abrimos de par en par nuestro corazón, con docilidad y humildad.
En el Antiguo Testamento Dios guió y salvó a su pueblo de la esclavitud de Egipto sirviéndose de Moisés. Ahora le pedimos que también nos salve a nosotros de tantas esclavitudes que nos pueden agobiar. Le pedimos que su Hijo nos auxilie para poder colaborar en su proyecto, anunciado a todos ya en el mismo nombre de Jesús: “Dios-salva”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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