Un punto de vista canadiense: Trauma intergeneracional, pobreza y racismo (tercera parte)

por | Dic 16, 2021 | Formación, Jim Paddon, Reflexiones | 0 comentarios

Para ver la primera parte (sobre el trauma), haga clic aquí. Para ver la segunda parte (sobre la pobreza), haga clic aquí.

Ya he hablado del tema del trauma intergeneracional en relación con la pobreza, y ahora hablaré de cómo se relaciona con el racismo sistémico. Para empezar, veamos la diferencia entre racismo y racismo sistémico. Cuando veo estos dos términos me pregunto si hay alguna diferencia. Se puede considerar que las acciones, palabras y escritos racistas son un acto individual, pero ¿lo es? Todos somos miembros de diversas estructuras raciales, religiosas y organizativas. Estas estructuras representan y operan bajo un sistema. ¿Y si ese sistema contuviera, intencionadamente o no, ciertas normas de protocolo o de funcionamiento que fueran racistas? Si formamos parte de alguno de esos organismos o razas, pasamos a formar parte del sistema.

En un contexto más amplio, si somos blancos, pasamos a formar parte de cualquier estructura o sistema blanco que promueva el racismo. Por ejemplo, aquí en Canadá, fueron los primeros colonos blancos y su gobierno blanco los que establecieron el sistema de escuelas residenciales para indios, que algunos han descrito como genocidio cultural, mediante sus esfuerzos por asimilar a la población indígena a la sociedad blanca, destruyendo así su historia, su cultura, su lengua y sus tradiciones religiosas.

Si todos formamos parte del racismo sistémico que sigue existiendo de muchas maneras, tanto sutiles como directas, ¿qué debemos hacer? El concepto de cambio sistémico ha sido promovido y desarrollado dentro de la Familia Vicenciana como un medio para abogar e implementar dichos cambios en aquellas estructuras que mantienen a las personas viviendo en la pobreza. Este mismo principio puede utilizarse ciertamente para abordar el racismo sistémico.

Un componente fundamental del cambio sistémico requiere una transformación personal en nuestra propia forma de pensar, que incluye pasar de lo transaccional a lo relacional. Si queremos cambiar los sistemas, debemos ser personales y más holísticos en la forma de relacionarnos con las personas que viven en la pobreza, las víctimas del racismo sistémico y los que sufren traumas, que a menudo son consecuencia de la pobreza y/o el racismo sistémico.

Oponerse al racismo sistémico puede suponer un gran esfuerzo, pero puede empezar con nuestras propias acciones personales. ¿Decimos algo cuando oímos palabras microagresivas de compañeros de trabajo, familiares y vicencianos? ¿Hacemos un esfuerzo para acercarnos a las personas que tienen un aspecto diferente al nuestro, o que practican una fe diferente, o que hablan una lengua diferente? ¿Podemos todos hacer más? ¿Podemos hacerlo mejor? ¿Es posible que nuestra Familia Vicenciana sea más diversa en cuanto a sus miembros? Terminaré con una frase de mi amiga la Hermana Susan, SC Halifax:

ARMONÍA RACIAL y REVERENCIA CULTURAL.

Sobre el autor:

Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá y es miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim ha sido miembro de la Sociedad desde los años 70.

Las opiniones expresadas son las del autor y no representan oficialmente las de la Sociedad de San Vicente de Paúl.

 

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