“Descúbrenos, Señor, tus caminos”
Nm 24, 2-7. 15-17; Sal 24; Mt 21, 23-27.
Es curiosa la figura de Balaán. El rey de Moab le encarga, por su fama de vidente, que maldiga al pueblo de Israel y sus campamentos. Pero Dios toca su corazón y el adivino pagano se convierte en uno de los mejores profetas del futuro mesiánico.
En sus poemas breves, llenos de admiración, en vez de maldecir, bendice el futuro de Israel. Dios no se deja manipular ni entra en nuestros cálculos. Somos nosotros los que debemos ver y oír lo que él quiere.
¡Pero atención! La voz del Señor puede venir por muchos medios, hasta de los más pequeños, extraños e inesperados como Balaán, que era pagano. Hoy Dios nos puede estar hablando a través de personas “de poca cultura”, de los más pobres, de los adultos mayores, de los jóvenes y niños, de no creyentes o alejados de la Iglesia.
Estemos alerta, con los oídos bien abiertos y el corazón dispuesto para escuchar su palabra. Estemos atentos para dejarnos sorprender por su inmenso amor y, así, poder celebrar esta Navidad con todo su profundo significado: El Señor nos ha mostrado su misericordia y nos ha dado su salvación.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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