“Este es amigo de pecadores”
Is 48, 17-19; Sal 1; Mt 11, 16-19.
Jesús echará en cara a su generación no recibir a los enviados de Dios, ni al Bautista, ni a Jesús mismo. Y expresa esta queja con la comparación de los juegos y la música en la plaza. Un grupo de niños invita a otro a bailar con música alegre, y los otros no quieren. Les cambian entonces la música, y ponen una triste, pero tampoco. En el fondo, es que no aceptan al otro grupo, por el motivo que fuera. Tal vez por mero capricho o por orgullo.
La aplicación que hace Jesús es clara: el Bautista, con su estilo austero de vida, es rechazado por muchos: tiene un demonio –dicen–, es demasiado exigente, debe ser un fanático. Viene Jesús, que es mucho más humano, que come y bebe, que es capaz de la amistad, pero también le rechazan calificándolo de comilón y borracho. En el fondo, no quieren cambiar. Se encuentran bien como están y hay que desprestigiar como sea al profeta de turno, para no tener que hacer caso a su mensaje.
De Jesús, lo que sabe mal a los fariseos es que sea “amigo de publicanos y pecadores”, que haya hecho una clara opción preferencial por los pobres, los débiles y los pecadores. ¿Cuál será la excusa de nuestra negativa, si no nos decidimos a entrar en el Adviento y a vivir la Navidad?.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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