“Sanaba a los enfermos“
Is 25, 6-9; Sal 22; Mt 15, 29-37.
La vida de Jesús fue la manera concreta como la humanidad vivió la experiencia de Dios. No fue el resultado de una práctica devocional, intelectual ni de aislamiento de las realidades del mundo. Jesús llegó a todos los niveles de humanidad. Su experiencia de Dios tuvo un proceso vital e histórico que no estuvo exento de problemas, porque su vida trajo conflictos y polémicas que incluso lo pusieron en dificultades con su familia, sus conciudadanos, con el poder político y hasta con la religión de su tiempo.
Él siempre estuvo en contacto con los más necesitados, enfermos de todo tipo y gente que era despreciable. Fue precisamente sobre ellos que derramó Jesús toda su compasión y asumió que Dios es defensor de las víctimas que hay en la historia. Nosotros, como cristianos, estamos llamados a ser como Jesús y a experimentar la humanidad en sus niveles más profundos.
Recordemos que la humanidad de Jesús nos lleva a nuestro prójimo, especialmente a los más vulnerables, con una mirada más tierna y llena de misericordia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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