“Bendito seas para siembre, Señor”
Dn 6, 12-28; Dn 3; Lc 21, 20-28.
Si leemos el evangelio de una manera literal podríamos pensar que Jesús está hablando de desastres, catástrofes y situaciones desfavorables para toda la humanidad. Pero esto no es así, porque lo fundamental de este pasaje evangélico no es lo que se menciona al inicio sino lo que está al final: “levanten la vista porque ha llegado el día de su liberación”.
Lo importante es saber que luego de la tempestad viene la calma, es decir, luego de las dificultades propias de la vida del cristiano llega la paz, que sólo Cristo nos puede alcanzar con su propio Espíritu. Lo importante es que nosotros, como cristianos, permanezcamos íntegros, coherentes, con la frente en alto porque se acerca nuestra liberación. Y esa liberación tiene que notarse desde ahora y a lo largo de toda nuestra vida, en todas nuestras actividades.
Ojalá que podamos vivir como quienes han sido salvados por Jesucristo resucitado y no esperemos hasta el final o a los momentos difíciles para manifestar que Cristo está vivo y que es el amo y Señor de nuestra existencia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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