“Dichosos los que aman al Señor”
Rom 16, 3-9. 22-27; Sal 144; Lc 16, 9-15.
En ocasiones se podría pensar que Jesús está en contra del dinero o que pretende que todos seamos pobres. Sin embargo, la advertencia que hace Jesús sobre el dinero es contra la posibilidad de poner a la riqueza en lugar de Dios, es decir, confiar más en el poder que da el dinero, que confiar plenamente en Él.
Jesús pone de manifiesto que es complicado estar con Dios y ser acumuladores de riqueza. San Vicente de Paul, con su trabajo en beneficio de los más pobres, nos enseña que el dinero tiene que ser un conducto para solucionar situaciones de pobreza, de necesidad.
El dinero en sí no es el enemigo, sino aquellas actitudes que puede generar en los que, ciegos por su riqueza, desprecian a los demás, humillan a sus semejantes, o bien utilizan estas riquezas para fines ilícitos. Recordemos que Jesús dirigía sus enseñanzas para poner de manifiesto aquello que no era conforme a la voluntad de Dios.
El Señor nos conceda ser personas humildes y sencillas, aun cuando nos bendiga con bienes materiales, para así poder obtener los bienes espirituales.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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