“Esta es la clase de hombres que te buscan Señor”
Ap 7, 2-4; Sal 23; 1 Jn 3,1-3; Mt 5, 1-12.
El relato de las bienaventuranzas debe ser, para nosotros los cristianos, una especie de guía que nos lleve a encontrarnos con Dios en el prójimo. El Dios del perdón nos lleva al monte, un lugar que los antiguos consideraban como lugar de encuentro con su creador.
Las bienaventuranzas se enlazan con virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), pues aquel que tiene fe se considera dichoso en la espera del Reino de Dios, se llena de esperanza caminando hacia el prójimo y hacía Dios y actúa con caridad en toda su vida.
Es preciso recordar que Jesús propone la construcción de un nuevo mundo, para que así se establezca una nueva humanidad; pero no se presenta como un personaje que da espectáculo, sino que propone un verdadero cambio de vida, encaminada a la alabanza a Dios y al amor verdadero al prójimo.
Por su parte, la celebración de todos los santos nos recuerda que somos hijos de Dios y, como tales, debemos buscar encaminarnos a una verdadera santidad. “Sean santos como su Padre es santo”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Vicentino de Tlalpan, Ciudad de México
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