“La Misericordia del Señor dura por siempre”
Rom 3, 21-30; Sal 129; Lc 11, 47-54.
Son duras las palabras del Señor y las dice en casa de un doctor de la ley: “A esta generación se le pedirá cuenta de toda la sangre de profetas derramada…”
Dios sigue mandando al mundo de hoy a los profetas que predican la verdad, pero de nuevo el hombre vuelve la vista para otro lado y hace oídos sordos a sus denuncias.
Pienso en muchos profetas de hoy, pero en especial en el Papa Francisco. No cabe duda que es un profeta que Dios ha elegido para que los cristianos encontremos la verdad que salva en estos tiempos, en el mundo de hoy. Y nuestra fe en Jesús no puede estar separada de nuestro amor a la Iglesia y de nuestra adhesión al Papa.
¿No seremos nosotros, tal vez, los que estamos matando a nuestros propios profetas? Porque con frecuencia se escuchan palabras de rechazo hacia quien ha recibido de Cristo la misión de guiar a la Iglesia. El Papa es esa voz que hoy proclama la verdad ante los atropellos y las injusticias; y esa verdad es siempre la misma, no cambia con los años.
Pidamos hoy por la Iglesia, en especial por el Papa, que el Espíritu Santo le ilumine y fortalezca para guiar a la Iglesia, y a nosotros nos dé humildad para ser fieles al Evangelio.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Guillermina Vergara Macip, AIC México
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