“Aquí hay uno que es más que Salomón”
Rom 1, 1-7; Sal 97; Lc 11, 29-32.
El evangelio de hoy nos presenta una acusación muy fuerte de Jesús contra los fariseos y los escribas. Ellos querían que Jesús les diera una señal distinta a las señales y milagros que ellos estaban presenciando, pues no creían en ellos. Querían algo distinto, más espectacular.
¿Qué más señales hacen falta para creer que Jesucristo viene a inaugurar el Reino de Dios? Los más cercanos a Jesús eran los más incrédulos, por eso él pone como ejemplo a los extranjeros y extranjeras que, desde lugares remotos, se acercaron y creyeron.
Son palabras duras las del Señor. Y valen también para hoy, son de una actualidad que espanta. Le pi- dieron (y le pedimos) una señal a Jesús. ¿Qué nos responde hoy por boca del evangelista Lucas? Que, lamentablemente, somos “una generación malvada”, esto es, no hemos convertido el corazón al Dios vivo, lo tenemos cegado con nuestra mala conducta y nuestra soberbia. ¿Cómo pedimos, entonces, una señal para creer si hemos cerrado el corazón para acoger al Señor?
Esas personas a las que a veces calificamos de “alejadas”, en muchas ocasiones saben descubrir a Dios sin pedir señales extraordinarias.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Guillermina Vergara Macip, AIC México
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