“Sígueme”
Ef 4, 1-7.11-13; Sal 18; Mt 9, 9-13.
La vocación de Mateo (publicano, recaudador de impuestos, pecador para los fariseos y despreciado por los judíos por colaborar con el imperio Romano) nos permite comprender que Dios no llama solo a los buenos, inteligentes y estrictos observantes; se ocupa en llamar a todos, dándonos la posibilidad de reconocernos como verdaderos hijos de Dios y, por ende, hermanos en Cristo. Él nos llama no por nuestros méritos, sino por los suyos; porque él es bueno y santo.
Los criterios de Jesús al convocarnos a seguirlo no son como los criterios nuestros, ni como los de aquellos fariseos que se creían los elegidos por ser perfectos cumplidores de la ley. Seguir fielmente a Jesucristo evangelizador de los pobres e imitar su actitud abierta, transparente y universal debería ser nuestra bandera.
Por su parte, el Papa Francisco nos anima a tener como única elección la compasión y misericordia hacia los más desvalidos, pobres, abandonados, enfermos y necesitados. La respuesta de Mateo es inmediata, abandona su mesa de recaudador de impuestos y se pone en camino cambiando de dirección. Dios nos conceda vivir con agrado el regalo de la llamada que nos hace a diario.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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