Oración:
¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Oración a san José
(propuesta por el papa Francisco en el año de san José)
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Padrenuestro.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.
Dios te salve…. Gloria…
SEGUNDO DÍA
San Vicente de Paúl y la humildad
Signo: Colocar dos materas, en la primera solo arena y en la segunda una frondosa mata o flor y la frase: “Donde el orgullo abunda no crece la vida”.
Canción: El Corazón de San Vicente de Paúl
Iluminación Bíblica: Lucas 6, 20-23
Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.
Palabra del Señor.
Escuchemos a San Vicente de Paúl:
«Cuando alguien dice algo en su propia alabanza. No lo dirá quizás abiertamente, pero la verdad es que le gusta presumir: «Yo he hecho esto y aquello». Lo mismo que la fiebre se manifiesta en el calor, también el orgullo se da a conocer en la lengua. ¡Nos gusta tanto contar lo que hemos hecho! Esto lo traemos de lejos, de modo que no parece que deseamos que se nos alabe» (IX, 605-606).
Reflexión:
¿Será necesario hablar aún hoy en día sobre la humildad? En un siglo en el que se trata de valorarse y de desembarazarse de complejos, esa palabra parece de otros tiempos y no tiene muy buena prensa. Por el contrario, es necesario afirmarse, desarrollar sus virtualidades, y es preciso sobre todo tener mano zurda y hasta pregonarla. La publicidad se usa para eso y los oficios que se ocupan del espectáculo, como el cine, la televisión y ciertas formas de deporte, exaltan a cada paso la afirmación de uno mismo y practican la admiración recíproca. Quienes se escapan de lo que bien se puede llamar una farsa, a pesar de todo son especialmente apreciados y amados. Porque actualmente, a pesar de las apariencias, igual que en el siglo del Sr. Vicente, quienes no aplastan a los demás con su superioridad y los que se mantienen en lo que son, poniendo sus talentos al servicio de sus hermanos, son reconocidos y apreciados.
Tampoco la Iglesia se ha visto libre del espíritu mundano. Los métodos nuevos, en materia de pastoral o de catequesis, se juzgan a menudo al modo humano, es decir, por los resultados tangibles, y es difícil no mostrarse por ello satisfecho y hasta orgulloso. De ahí a considerar a los demás con un aire de superioridad no hay más que un paso. Igualmente la adopción de teorías que dan a unos la impresión de detentar las llaves del futuro y a los demás el defender la sana doctrina tradicional, crea grupos anclados en sus certezas orgullosas, seguros de poseer la verdad y encerrados en una mentalidad sectaria.
La gran virtud que se le exige a quien quiere consagrarse al Señor es la humildad. El que se dedica a continuar la misión de Cristo debe ponerse a disposición suya para dejarse llenar de Él y dejarle obrar en sí mismo.
Preguntas:
- ¿Qué significa la humildad, hoy en día?
- ¿En qué y por qué, al repasar los acontecimientos de mi vida, puedo decir que he sido, o no, humilde?
- Cuando otros me revelan una imagen acerca de mí, diferente de la que yo me hago, ¿cuáles son mis reacciones y por qué?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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