Presentación:
«Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza» 2 Cor. 12, 9. En san Pablo la humanidad se reviste de una gracia singular y es en Jesús, él asume todas las dimensiones de la persona, en palabras de Vicente: “Cuando nos vaciemos de nosotros mismos, Dios nos llenará de él, pues no puede tolerar el vacío”, de este modo la espiritualidad central del carisma vicentino converge en la configuración con la persona de Jesús.
Ser como el Señor, hacer lo que él hizo, muchos santos se han hecho la pregunta ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Una pregunta que debe ir acompañada de las herramientas propias de la espiritualidad vicentina, por un lado, las llamadas virtudes vicentinas y por otro los consejos evangélicos desde el enfoque propio de San Vicente de Paúl.
Para este año la edición de la novena contiene las reflexiones y las preguntas que han sido tomados del libro “En tiempos de San Vicente de Paúl… y hoy” de la editorial CEME, 1997. A fin de aprovechar las reflexiones de aquellos que nos han precedido en la misión de descubrir a San Vicente a través de sus escritos; y como cada año es para mí un honor alentar a la familia Vicentina de todo el mundo a meditar durante nueve días en la vida y obra de aquel, que ha merecido, ser recordado en la historia como el patrono universal de las obras de Caridad.
Dios los acompañe en este viaje novenario y la fiesta de San Vicente ilumine y arraigue nuestro compromiso cristiano por el Reino de Dios y su establecimiento entre los más pobres de nuestra tierra.
Andrés Felipe Rojas Saavedra, CM
Párroco del Santo Cristo de Guaranda
Oración:
¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Oración a san José
(propuesta por el papa Francisco en el año de san José)
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Padrenuestro.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.
Dios te salve…. Gloria…
PRIMER DÍA
San Vicente de Paúl y la Sencillez
Signo: La Imagen de San Vicente de Paúl, imágenes de palomas o banderas blancas, un cirio encendido y la Frase: “Dios se complace en un alma humilde”.
Canción: Iba por las calles
Iluminación Bíblica: Mateo 10, 16-20
«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros».
Palabra del Señor.
Escuchemos a San Vicente de Paúl:
«Dios ha prometido comunicarse a los pequeños y a los humildes y manifestarles sus secretos. Así pues, ¿por qué no vamos a creer que lo que se dice es de Dios, si lo dicen los pequeños y lo dice también a unos pequeños? Sí, Hermanas mías, Dios se goza tanto en esto, que hasta se puede decir que su mayor contento es darse a conocer a los humildes. A Él no le gusta la pompa y el ornato exterior; se complace en el alma humilde, en el alma que es instruida por Él solo y que no hace caso de la ciencia de este mundo» (IX, 367).
Reflexión:
Nuestro siglo, como el de san Vicente, está metido entre sutilezas, marrullerías, mentiras y orgullo. Pero como dice el sabio: «la hipocresía, como es un homenaje que el vicio rinde a la virtud», gusta de hablar de rectitud, de coherencia lógica, de conductas rectas; tiene sed, dice, de autenticidad. También se llevarán ropas cortadas con una sencillez afectada, que ¡hasta llevan falsos petachos! Será de buen tono la sencillez de las residencias campestres y el amueblarlas con un falso rusticismo, con tal de que, sin embargo, se hallen en ellas toda la comodidad de la ciudad.
Hoy como ayer la sencillez, aunque se le den otros nombres, seduce y conquista los corazones. También nos hace encontrar en nuestras vidas, bajo las máscaras y disfraces, la sencillez del niño que ve las cosas como son, porque las contempla con ojos nuevos.
Necesitamos volver a encontrar la frescura de la expresión y de la imagen para ofrecer a nuestros contemporáneos la limpidez del Evangelio, tal como la oyeron por primera vez, a orillas del lago de Galilea, los que escuchaban a Jesús.
Preguntas:
- ¿Lleva mi experiencia espiritual el sello de la sencillez?
- ¿Es amor sincero, escucha, respuesta fiel, manteniéndome ante Dios tal como soy, para dejar que su palabra me convierta?
- ¿Es deseo de ponerme de acuerdo mi vida con el Evangelio que anuncio?
- ¿Es mi oración diálogo con Dios o conmigo mismo, encerrado en mis hermosas ideas replegada en mi sequedad?
- ¿Soy bastante sencillo ante los demás para compartir mi oración espontáneamente y sin miedo?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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