“El que tenga oídos para oír, que oiga”
1 Tim 6, 13-16; Sal 99; Lc 8, 4-15.
En el Evangelio de hoy meditamos acerca de la parábola del sembrador. Jesús, valiéndose de su manera tan peculiar de dar a conocer el mensaje de salvación, usa las cosas conocidas y visibles de la vida para explicar las cosas invisibles y desconocidas del Reino de Dios. En esta parábola deja claro que el fruto que se ha de obtener de la siembra, mucho depende del terreno donde se esparce la semilla. Al finalizar, Jesús señala: “el que tenga oídos para oír, que oiga”, como animándonos a que cada uno se examine y valore a qué tipo de terreno pertenece.
Esta enseñanza de Jesús resulta sumamente actual. Pareciera que el terreno bueno es cada vez más difícil de encontrar, y que predomina aquel donde se carece de constancia e interés, árido e infecundo. A su vez, la parábola retrata la vida de los campesinos del tiempo de Jesús, y también la vida nuestra, la falta de creatividad y participación en nuestros ambientes pastorales. Pidamos al Señor que nos permita ser terreno fértil que acoja y haga fructificar al ciento por uno la semilla de su Palabra.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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