«Dichosos los pobres de espíritu»
1 Tim 6, 2-12; Sal 48; Lc 8, 1-3.
Una larga travesía de pueblo en pueblo, anunciando el Reino de Dios. Junto con Jesús podemos ver el grupo de los doce y algunas mujeres a las que había curado de enfermedades o bien, las había liberado de espíritus malos y otras muchas mujeres que le ayudaban con sus bienes, con lo que podían ayudar. Jesús, contrario a la mentalidad de su época, les concede a las mujeres un papel primordial, las hace destacar entre sus seguidores e incluso, una vez resucitado, se aparece primero a María Magdalena y a las mujeres que le acompañaban, antes que a los mismos apóstoles, convirtiéndolas en las protagonistas de la resurrección y, por tanto, indispensables en la vida de la Iglesia.
Valdría la pena considerar este acontecimiento como punto de partida para reivindicar el papel de la mujer en nuestra Iglesia actual, pues en muchas de nuestras comunidades son quienes primerean el quehacer pastoral. Pensemos, solo hablando de la Familia Vicentina, en Santa Luisa de Marillac, Santa Catalina Labouré, Santa Juana Antida Thouret, Santa Isabel Ana Bayley Seton. Y, como ellas, tantas mujeres que han figurado en la primera línea de anuncio del Reino de Dios y se han entregado a costa de sus propias vidas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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