“¡Ay de ustedes, guías ciegos!”
1 Tes 1, 1-5. 8-10; Sal 149; Mt 23, 13-22.
En esta confrontación de Jesús con los fariseos, san Mateo nos invita a considerar no solo qué cosas hacemos o cómo las hacemos, sino especialmente por qué y para qué las hacemos: ¿has vivido en el amor a Dios y a las personas, o más bien has vivido sólo para ti mismo?
Podemos vernos reflejados en estas personas que buscan cumplir cada precepto y obligación que manda la ley; que desean participar en cada acción ritual y litúrgica; que quieren tener que ver con el ingreso o salida de cada persona que pertenece a nuestra comunidad eclesial; que pretenden tener la solución a cada situación que se presenta en la vida de los compañeros de camino, pero que en el fondo no examinan cada circunstancia desde los criterios de Jesucristo y del Evangelio. Sabemos que no buscan que cada quien se pueda encontrar con el amor y misericordia de Dios Padre y con la acción renovadora del Espíritu Santo, sino que terminan promoviéndose solo a sí mismos, sin terminar de vivir como Iglesia.
Señor, que nuestros esfuerzos encuentren siempre en Ti su origen y su meta, para que den frutos de conversión comunitaria. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez Benavides, CM.
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