“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?”
Jue 11, 29-39; Sal 39; Mt 22, 1-14.
Mateo nos ofrece esta parábola sobre el Reino de Dios: un banquete de bodas que un rey prepara para su hijo, pero los invitados no aceptan asistir y el convite se abre para todos, malos y buenos por igual.
Llama la atención en el relato que, mientras el rey recorre la sala para saludar a los invitados, se encuentre con alguien que no lleva el traje de fiesta. Y es que, en tiempos antiguos, a la entrada de un gran banquete se les brindaba a todos los invitados el traje de fiesta, por lo que, si alguien no trae puesto el traje de fiesta, sólo puede significar que se ha saltado la entrada principal, no se ha querido hacer amigo y se ha querido mantener como un extraño. Peor aún, ya que no se ha querido vestir con el traje del Hijo, que ha sido regalado en la entrada, entonces voluntariamente se ha declarado enemigo.
Señor, perdóname porque siempre he estado invitado a tu banquete, a compartir contigo y con los tuyos, pero al no aceptar revestirme de las actitudes de tu Hijo Jesucristo, voluntariamente me he mantenido ajeno y extraño. Ayúdame para que puedas reconocer en mí lo que amas de tu Hijo y esté dispuesto a transmitirlo a quien lo necesite. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez Benavides, CM.
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