“Si tuvieran fe, nada sería imposible para ustedes”
Dt 6, 4-13; Sal 17; Mt 17, 14-20.
Si bien Jesús viene regresando del Monte Tabor, el de la Transfiguración, donde estuvieron presentes Pedro, Juan y Santiago, el resto de los discípulos no ha presenciado tal experiencia y siguen confundidos por la fuerte reprensión que Pedro había recibido por no querer aceptar el camino de la Cruz. Esto ha interferido en su capacidad de actuar en nombre de Jesús y no han podido curar al muchacho que les habían llevado.
El camino de la Cruz no significa someterse sin sentido al sufrimiento de la vida, ni aceptar irreflexivamente las incomprensiones de los demás, mucho menos fomentar que los descartados de la sociedad permanezcan excluidos y sin dignidad. Por el contrario, la Cruz representa una lucha sin cuartel contra todo aquello que no permite hacer evidente la dignidad de cada persona, y eso es lo que hay que resucitar, aunque en ello se nos vaya la vida.
Señor, concede que nuestra fe se vea revisada cada día en la esperanza de que siempre cumples tus promesas, y que nuestra caridad esté siempre dispuesta a compartir la vida que Tú nos regalas y sostienes. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez Benavides, CM.
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