“Este es mi Hijo amado en quien me complazco”

Dn 7, 9-10. 13-14; Sal 96; 2 Pe 1, 16-19; Mc 9, 2-10.

La transfiguración de Jesús constituye una confirmación del proyecto de la resurrección por medio del paso ineludible de la Cruz; es decir, dar vida plena mediante la donación de la propia vida.

Pedro, que reconoció a Jesús como el Mesías e Hijo del Dios Vivo, ha sido fuertemente reprendido por no querer aceptar el camino de la Cruz. Pedro, Juan y Santiago son llevados al Monte Tabor, donde recibirán la confirmación de Moisés y Elías que, a su manera, también han tenido que vivir el camino de la Cruz y del desprestigio y mantenerse firmes con la donación de su propia vida para que otros tengan vida. El mayor testimonio que recibirán será la voz de Dios Padre afirmando: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. ¡Sabe lo que hace!

Señor, igual que Pedro creemos en ti, pero la mayoría de las veces nos cuesta reconocer que siempre que brindamos lo que somos y tenemos, los primeros en nutrirse somos nosotros mismos. Ayúdanos a confiar siempre en lo infinito de tu amor cuando nos pides amar de palabra y de obra a los demás. Amén.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez Benavides, CM.