Trigo y cizaña
Éx 24, 3-8; Sal 49; Mt 13, 24-30.
Continuamos escuchando las parábolas de Jesús que relacionan el Reino de Dios con el sembrador, la semilla, los frutos, la cosecha…
En esta ocasión, el evangelio nos dice que el sembrador, en su terreno, ha puesto semilla buena, de la mejor; sin embargo, mientras todos dormían, el enemigo ha sembrado semilla de mala calidad, por lo que, junto al trigo, ahora también ha crecido la cizaña.
Quizá nos estemos preguntando, ¿cómo se aplica en nuestra vida cotidiana esta parábola? La semilla buena significa que Dios ha soñado para cada uno de nosotros un proyecto de vida que nos dé plenitud; desde que nacimos puso en nosotros su gracia y su amor para que fuéramos hombres y mujeres de bien. Por otro lado, la mala semilla también ha estado presente a lo largo de nuestra existencia, y tal vez la hayamos dejado entrar durante nuestras noches oscuras, cuando hay sombras, vacíos, sequía, ocasionando que nos apartemos del plan original de Dios.
Concédenos, Padre, distinguir nuestras cizañas, aprender a apartarlas del camino y enfocar nuestros esfuerzos para cultivar trigo que nutra la existencia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Raquel Estrada Díaz.
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