En los tiempos difíciles de la post-pandemia, parece necesario en la reflexión, trazar un itinerario de desafíos que debe afrontar la Juventud Vicentina en general, para los tiempos actuales. La pandemia del Covid-19 como nunca, ha realizado un gran cambio en cada uno de nosotros, permitiendo que se afronte la vida desde otra posición y con una reflexión pausada de como se debe vivir bien y como podemos generar un mundo mejor, herencia para las nuevas generaciones.
¿Sigo tal cual como antes en la pandemia? ¿Logro dejar algunos aspectos que no eran necesarios en mi vida personal y familiar? ¿En qué medida logro aportar a un futuro mejor para las nuevas generaciones? ¿Qué tan necesario ha sido compartir con los demás, con los más pobres y necesitados?
Parece necesario establecer una ruta de salida a la crisis pandémica, a las crisis sociales y medioambientales de los países, como también la denuncia de la generación de mayor concentración de recursos en desmedro de los pobres en tiempos de emergencia.
Por tanto, no queremos retomar un camino ya pasado, sino más bien afrontar el nuevo ciclo, con todo lo que supone, morir a nuestras propias costumbres, al siempre se ha hecho así, a las recetas pasadas maquilladas de actualidad. Queremos ofrecer una RESPUESTA actual y atenta a los signos de los tiempos que claman un planeta más justo, solidario y equitativo para poder compartir en un mundo DIFERENTE teñido de audacia, valentía y profetismo bautismal, donde nuestro sentido de pertenencia a nuestro carisma vicenciano, sepa leer las nuevas pobrezas que deben desinstalarnos, aproximarnos, y derribar nuestros estilos de vida que no se adecúen a las nuevas realidades enfrentadas desde una iglesia en salida, accidentada y profética para hoy.
Así seguramente empezaremos a crear una cultura de RENOVACIÓN, que se ajuste a la creación de la verdadera comunidad que no deja de soñar nunca, nuevas experiencias y que es capaz de mirarse a sí misma para salir de sí, para dejar aquello que la aferra a la tranquilidad que no quiere que nada ni nadie le interpele de su comodidad. Este trayecto común, es difícil, tiene sus dolores y decepciones, como también sus tiras y aflojas, pero este SUEÑO donde todos estemos insertos configurará una nueva realidad para renacer y testimoniar una nueva esperanza.
No se pretende monopolizar la reflexión, sino más bien ofrecer una propuesta de lectura de ciertos desafíos que van motivando a nuestra juventud vicenciana a despertar y salir de sí misma para ir a los demás en los tiempos actuales.
Primer desafío: Cambiar de mentalidad
Este es uno de los desafíos que mayormente generará posibilidad de cambios personales, familiares, eclesiales e institucionales y que debe favorecer mayormente, el poder ensanchar nuestros horizontes para ofrecer un espacio necesario que, de respuesta a mi realidad personal, dejando los estereotipos y etiquetas, que nos pueden señalar. El camino es hoy, tengo que cambiar en lo personal, aprender lo que ha sido este tiempo y ponerme en un estado de liberación de aquello que me encandena a una forma estricta y cerrada de pensar, por temor a la novedad, por la pérdida de la capacidad para sorprenderse y para dejarse afectar por lo que le pasa al otro. Romper el cascarón y salir a ver la luz, tiene su fecundidad en la medida que se pueda morir y resucitar a una nueva manera que asegure una apertura a mí mismo y a los demás.
Segundo desafío: Dejar la instalación y la no movilidad
Dejar la instalación supone un movimiento interior que te desafía a salir de tu silencio pasivo y la tranquilidad inmovilizadora que nos atrapa y envuelve, salir de tu metro cuadrado, de tu experiencia meramente personal y tus propias circunstacias, para mover toda tu realidad entendida y comprendida como el conjunto de otras realidades que acompañan y son parte de un todo más grande. Esto que me pasa a mí, también le pasa a los demás, y necesitamos dejar esa cierta seguridad para exponerse a lo que los demás estén necesitando. Tus manos son necesarias para la construcción de ese reino de Dios manifestado en la persona de Jesús. Vicente y Luisa, soñaron un paraíso para los pobres, pero sin tu ayuda y sin tu presencia, no existen los otros, están invisibles y pareciera que son parte del paisaje natural de nuestras ciudades, no existirá la ayuda y solidaridad, no existe la globalización de la caridad como un medio para desinstalarnos y aproximarnos a los demás.
Tercer Desafío: Que los pobres tengan un lugar en tu proyecto personal
Para un vicenciano, el desafío de empezar a crear un proyecto personal y proyecto común, tiene como consecuencia natural, establecer un lugar especial en ese proyecto, para los pobres. Los pobres no son accesorios para la manifestación de tu ego y tu mínima solidaridad que solo se ajusta a compartir un poco de pan o algunas monedas. Recordemos esta hermosa frase que manifiesta el corazón de quien, por justicia, tiene a los pobres en su proyecto vital como decía San Vicente de Paúl: ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura. Por eso es necesario dejarse afectar con movilidad para que cuando creemos nuestro propio proyecto, los pobres sepan que los vicencianos, tenemos por justicia y no por simple caridad: un lugar, un espacio insustituible para ellos, que es el fruto de cualquier aspiración, profesión o proyecto familiar. Los Vicencianos no podemos dejarle a los demás, esta tarea, por eso en lo que cada uno se realice, sea para poner en el lugar que se merecen a los pobres en nuestras realidades personales, sino estaríamos siendo parte de una gran fila de personas indiferentes que no se moviliza por nada ni por nadie, que no logra ver y luchar por condiciones más dignas, justas y equitativas para los demás. La juventud vicenciana tiene un ADN especial que tiene a la revolución de la caridad como una forma de relación entre diversos que no se puede perder.
Álvaro Tamblay Godoy, CM,
Congregación de la Misión,
Provincia de Chile.
Muy buena reflexión padre Álvaro, para los jóvenes y adultos en estos tiempos, preguntas que nos deben hacer cambiar nuestra mirada, pasar de la pasividad a la proactividad, teniendo como centro, movilizar nuestro proyecto de vida a quienes más necesitan y están más vulnerables en nuestros contextos sociales, educativos y familiares.
Interesante reflexión Padre Álvaro, especialmente cuando vivimos en un mundo que muestra una crisis de valores lo que nos lleva a preguntarnos
Qué valores se deben privilegiar para atraer a la juventud, a los laicos, a los ricos y a los ancianos para acercarnos al mundo de los pobres?
De qué manera el proyecto de San Vicente de Paul se puede concretar teniendo en cuenta el cambio de paradigma post pandemia?
Qué significado tiene enseñar la doctrina social de la iglesia en un mundo cambiante?