La pandemia de Covid-19 no termina. Aunque hay varias vacunas aplicándose por todo el mundo, aún no es suficiente para contener los estragos del virus. Y, mientras no sea controlado en todo el mundo, ningún país estará a salvo.
En todo este tiempo de emergencia, está claro que se han roto paradigmas y muchas inercias han cambiado de rumbo:
- Se ha reconocido el papel fundamental de los que sirven en el campo de la salud. Sobre todo, los médicos y las enfermeras hoy son reconocidos como héroes y, tal vez, ellos mismos han recu- perado el sentido de su vocación.
- Hay muchos otros grupos que, siendo invisibles anteriormente, en este tiempo son reconocidos como“esenciales” para la sociedad: quien limpia las calles o atiende la tienda de la esquina o el puesto del mercado, campesinos, transportistas, repartidores.
- Al interior de las familias se ha gestado una nueva dinámica: más tiempo juntos, más espacio para el diálogo y la convivencia, más colaboración en los quehaceres de la casa.
- Los niños y jóvenes añoran volver a clases presenciales, convivir con sus maestros y compañeros, respirar el ambiente escolar. Los mismos maestros extrañan a los alumnos. Seguramente, al regreso, habrá cambiado la forma en que se piensan y se relacionan mutuamente. Los padres de familia valoran más el trabajo de los maestros y están más comprometidos con la educación de sus hijos.
Todo esto nos da gusto. Pero hay situaciones a nivel global que no nos permiten ser muy optimistas. Ya el Papa Francisco, haciendo un balance del doloroso año 2020, había manifestado su preocupación al constatar que, lamentablemente, están cobrando un nuevo impulso diversas formas de nacionalismo, racismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción. El Papa mismo, en la Encíclica Fratelli Tutti, había hecho un llamado a replantear nuestro estilo de vida y la organización de nuestras sociedades como enseñanza de esta dolorosa experiencia. Pero parece que perdimos la oportunidad:
- En febrero pasado el mundo entero se maravilló al ser testigo de la llegada del Perseverance al suelo de Marte. Aparte de muchos experimentos, el objetivo principal de esta misión es encontrar rastros de que hubo vida en el planeta rojo. “La pregunta de si había vida más allá de la Tierra es una de las preguntas más fundamentales y esenciales que nos podemos plantear. Nuestra habilidad de hacernos esta pregunta y desarrollar investigaciones científicas y tecnología para resolverla es una de las cosas que nos hace únicos como especie”, señaló Katie S. Morgan, geóloga de la NASA. ¿Y qué pasa con la vida no “más allá de la tierra”, sino la vida humana “en” la Tierra? ¿Asuntos como el cambio climático, la pobreza, el hambre, la guerra, la migración, son secundarios? ¿Cuántos recursos se están invirtiendo en esa hazaña (que lo es), mientras millones de seres humanos luchan por sobrevivir en medio de los estragos de la pandemia?
- A cinco meses de que comenzaron a aplicarse las vacunas anti-covid, en los países ricos ya está inmunizada una de cada 4 personas, mientras que en los países pobres solamente una de cada Abandonados a su suerte. Hoy hay un gran movimiento que pide a la Organización Mundial del Comercio liberar las patentes de las vacunas para que puedan producirse y distribuirse en más lugares. “Olviden las ganancias, salven a la humanidad”, es la consigna de esta petición. Pero es muy difícil que logren su objetivo, importa más la ganancia económica de las grandes farmacéuticas que la vida y la salud de millones de personas.
- Hoy hay 2043 personas con fortunas que superan los mil millones de dólares. Su riqueza creció, en tiempo de pandemia, 762 mil millones de dólares. Con esta riqueza acumulada (según la apreciación de una nota periodística) se terminaría 7 veces la pobreza en el mundo.
- El gasto militar mundial batió un récord en 2020 pese a la pandemia: el gasto alcanzó 1.8 billones de dólares, 3.9% más que en 2019. Estados Unidos gastó, en el 2020, 738 mil millones de dólares y China 193 mil 300 millones. En Europa aumentaron los presupuestos de armas un 2%.
¿Cuál es la prioridad de los poderosos? ¿Cuáles son sus preocupaciones más profundas?
Parece claro que el mundo no está dispuesto a cambiar desde “las estructuras”, el cambio deberá venir de lo profundo. No queda otro camino que comenzar a cambiar nosotros, poco a poco, como la semilla de mostaza. Es ahora cuando la levadura tiene que fermentar la masa, callada y lentamente, sin aspavientos, pero sin detenerse. Tú y yo somos esa semilla, esa levadura.
P. Silviano Calderón Soltero. cm
Fuente: Evangelio y VIda, número de julio-agosto de 2021.
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