“No temas, basta que tengas fe“

Sab 1, 13-15; 2, 23-24; Sal 29; 2 Cor 8, 7-15; Mc 5, 21-43.

Ahora toca a dos mujeres experimentar la fuerza sanadora y vivificante de Jesús. Se trata de una niña de doce años de vida que acaba de morir y de una mujer con doce años de enfermedad (muerte). Ambas recuperan vida, salud, futuro y proyectos mediante el contacto con Jesús. La mujer toca su manto, a la niña Jesús la tomó de la mano. Es el contacto físico el que les comunica vida y salud.

¿Qué será de nosotros, que ya no tenemos acceso a un contacto físico con Jesús? Bueno, yo diría que somos afortunados, porque ahora tenemos acceso al Cristo Resucitado, pleno, que nos envuelve por todos lados, que nos encuentra en todo momento. Tenemos mil vías para encontrarnos con Jesús y tocarlo. Su Palabra, la Iglesia, los sacramentos, sobre todo la eucaristía. Tenemos los acontecimientos, la historia. Y tenemos un camino especial: los pobres. “Todo lo que hicieron a uno de estos más pequeños, a mí me lo hicieron”.

No hay excusa, Jesús nos puede seguir tocando para transmitirnos su vida y darnos alegría y consuelo. Si lo queremos, él nos puede tomar de la mano y decirnos: Talitha qum, yo te lo digo, levántate.

Y nos levantaremos. Y seguiremos adelante.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.