“El Padre del cielo sabe que ustedes tienen necesidad”
2 Cor 12, 1-10; Sal 33; Mt 6, 24-34.
Jesús se entusiasmaba cuando hablaba de su Padre. Hoy lo hace. Nos habla del Padre del cielo que alimenta a las aves y que viste a los lirios del campo con colores y texturas indescriptibles.
Pues bien, nos dice Jesús, ante los ojos de Dios, tú, su hijo, vales más que todas las aves del mundo juntas y más que todas las flores que embellecen la tierra. Debes saberlo y sentirlo siempre.
Tal vez hay momentos en que pasas por dificultades, necesidades, pérdidas, humillaciones… La vida no es fácil y, a veces, los demás se encargan de hacérnosla más complicada. Pues bien, siempre, junto a ti, en torno a ti, está tu Padre que te ama.
Ésta es una experiencia propia que Jesús nos comparte. Seguro en los momentos difíciles y decisivos de su vida, en las confrontaciones y en la persecución, volvía su recuerdo al bautismo y a la transfiguración, y escuchaba de nuevo aquellas palabras que lo animaron toda su vida: “Tú eres mi hijo amado”. Y se levantaba, y seguía… hasta el final.
Por eso, nos dice hoy Jesús: “no se angustien”, “no se preocupen”. Confíen. Pongan atención y escucharán las mismas palabras que yo escuché (y sigo escuchando): “Eres mi hijo amado”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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