“David mismo llama Señor al Mesías”
Tob 11, 5-17; Sal 145; Mc 12, 35-37.
Jesús tuvo temores. Uno de ellos, que aparece en varias ocasiones en los evangelios, es el temor a que sus discípulos y la gente en general entiendan mal quién es él y cuál es su misión.
En este sentido, Jesús está haciendo aclaraciones respeto al Mesías. La tradición judía llamaba al mesías “hijo de David”, en el sentido de que sería su descendiente, rey como David, poderoso para dominar a todas las naciones con fuerza avasalladora. Jesús interpreta un texto de los Salmos donde David (que se creía autor de los salmos) llama “Señor” al mesías. Entonces no es su descendiente, es alguien muy superior a David. Tampoco será un gobernante que impone tributos, que somete a las naciones con violencia.
Jesús nos está hablando de sí mismo, tratando de quitarnos los velos que no nos dejan verlo con claridad. Él es el Mesías, pero no por ser descendiente de David, sino por ser el Hijo amado del Padre. Él es rey, pero no de los que dominan, persiguen, someten, hacen la guerra. Él es rey porque todas las cosas fueron creadas por él y para él. Y, sobre todo, es el rey que gobierna con la misericordia, que acompaña a su pueblo con el amor y el perdón. Su corona es de espinas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
0 comentarios