«Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad».
Is 52, 13-53, 12; Sal 39; Lc 22, 14-20.
La fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote nos recuerda, como lo escuchamos en las lecturas de hoy, qué Jesús hizo de su existencia una continua ofrenda de servicio y un permanente acto de entrega total al Padre. Jesús, al estar pendiente de hacer en todo momento la voluntad de su Padre y de hacer en todo presente a Dios, convierte toda su vida cotidiana en un lugar de encuentro con Dios.
Jesucristo es Sumo y Eterno Sacerdote e instituye el sacerdocio y la eucaristía. El Papa Benedicto XVI nos invitaba a“dejarnosconquistar totalmente por Cristo… Para ser ministros al servicio del Evangelio viviendo nuestro sacerdocio común de todo bautizado y el ministerial desde la ‘ciencia del amor’, que sólo se aprende de corazón a corazón con Cristo. Él nos llama a partir el pan de su amor, a perdonar los pecados y a guiar al rebaño en su nombre. Precisamente por este motivo no debemos alejarnos nunca del manantial del amor que es su corazón traspasado en la cruz. Sólo así podremos cooperar eficazmente al misterioso designio del Padre, que consiste en hacer de Cristo el corazón del mundo”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Arzate Macías C.M.
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