¡Ay grito que no callas!
Si tu amor en mi yace dormido.
Lágrimas que ya no busco
y no busco dar consuelo;
pero, Señor, tú sigues en la cruz.
¡Ay de mí que finjo sentirte!
Pero, mi alma está enjaulada
por un afán que maquilla;
pero, mi Cristo, tú te encuentras
aún en las calles,
y yo ya no cojo tu mano
¡Ay Espíritu no te alejes!
O, ¿seré yo…
quien ha dejado de sentirte?
Gotas de lluvia en el viento
son lágrimas del hermano
al que no presté mi pañuelo.
Evangelio tú eres vida.
¿Cómo es que he dejado de sentir tu aliento?
Suspiro, respiro
corazón sin lamento
que he cerrado mis ojos
y aún no me entero que no te siento.
Me he dejado llevar en el suspenso
de “Sigo tu sendero”.
¡Ay grito que lo callas!
¡Ay amor que te me escapas!
A la luz de la vela,
Padre Nuestro ¡Enciende mi fuego!
Autora: Judith Melaine Guerra de Agreda
(El Salvador)
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